Odiseo ve interrumpido su camino de regreso a Ítaca. Sus hombres están sedientos, el hambre también hace estragos en toda la tripulación. Algunos de ellos, al llegar a una isla se aventuran en búsqueda de provisiones. Su tardanza inquieta a Odiseo, y éste sale en su búsqueda. El mensajero de los dioses, Mercurio, le advierte de los peligros que va a enfrentar. Le ofrece unas yerbas para evitar los encantamientos de una especial mujer que, así como hermosa es sumamente peligrosa, es una hechicera, es Circe. Cuando llega a su encuentro, esta bruja intenta con todos sus artilugios hacer caer al héroe en su encantamiento. Odiseo tiene de su parte a los dioses. Al no poder convencerlo con filtros, artificios obligatorios en sus magias, Circe utiliza un último recurso: sus encantos femeninos. Y el héroe tiene que ceder ante tales ofrecimientos. Tal vez por ayudar a sus compañeros que previamente habían sido transformados en cerdos, o tal vez porque es bien sabido que un mortal no puede nega
POR UNA CULTURA ESCRITA
Palabras, comentarios y otras minucias desde algún remoto lugar del sur de la Ciudad de México.